Incluso en esta última aventura, tenía certeza de la situación, nada de futuro, nada de planes, solo respirar cada día, así transcurre bien mi vida, goteando, sin asustarme, todo controlado. Por un instante sentí esa desesperación que me hizo recordar, pero no sabía que existía, así que en parte no siento culpa por olvidar o por no reconocerlo, simplemente pensé que podía ser un vaso que se llenaba, me llegué a sentir incluso delirante con respecto a esta idea, aún así, la dejé crecer y enredarse entre mis pensamientos, hice planes y calculé posibilidades. Pero la ruina estaba en esos cálculos, las matemáticas jamás fueron una fortaleza en mí; así que todo estuvo errado. Jamás hubo un nosotros, ni un futuro, y siempre lo supe, lo que no me impidió creer de forma paralela que si podía ser, no se como sucedió, como escaparon esas ilusiones de mi vigilancia, ahora no puedo desaparecerlas, no se donde esta su raíz y me están complicando el camino.
Dijiste las palabras mágicas y algo muy dentro de mi, las escucho y las usó como abono para esas esperanzas, hoy tengo rabia de no saber donde estoy parada, de verme al espejo y observar la imbecilidad de mis sentimientos, juzgar mi atrevimiento. Se que no soy yo, nunca seré yo, nunca tendré el vaso medio lleno, pero también entendí por que nunca lo consideré como posibilidad, hoy se refuerza mi condición para vivir en el polo negativo. No me queda el papel de víctima, o quizá solo de mi misma, víctima de mi propia torpeza y la audacia de creer en lo imposible. Nunca seré yo, siempre será alguien más. Lo único bueno es que regreso a mi camino lineal, ahí donde puedo vivir sin sobresaltos ni dolor. Necesito un tatuaje que me recuerde, para mi el vaso siempre está vacío, siempre vacío...