Jurar, nunca es bueno, puedes acabar masticando tus palabras sin mayor consuelo, sin la menor pizca de vergüenza. Negar lo que otra persona puede sentir, es insolente, no somos capaces de gobernar lo propio, y aún así, juzgamos. Nunca fui capaz de sentir empatia por ese amor sin límites q el mundo pregonaba, aun cuando llegaste a mi vida, no lo note; cuestión de tiempo para sentir ese apego, las ganas de volver a casa y mirarte, sentir dolor al mismo tiempo que tu, llorar sin razón aparente, o llorar de alegría incluso. Mirarte se convirtió en parte de mi, en algo esencial para estar bien. Debo admitir con vergüenza de por medio q juzgue sin saber, sin conocer y sobre todo sin sentir. El día q sentí perderte, lo entendí todo, y me arrepentí de tanto; me enseñaste algo q no conocía, incluso me volví mejor médico y mejor persona. No fui capaz de seguir mis propias reglas, de apostar al 100% por la ciencia, deje q me invadiera el miedo, y deje q los médicos te curaran, pero tampoco tuve el valor de quitarte el listón rojo q el abuelo anudó en tu cuello... Llegaste sin planearlo y sin pensarlo me cambiaste...